Valores

Publicado en el diario “El Nacional” de Caracas. Lunes 26 de octubre de 2009

 

Desde hace ya varias décadas he denunciado insistentemente el irresponsable mensaje que los políticos le han transmitido a nuestros conciudadanos en el sentido de que Venezuela es un país rico que recibe enormes recursos del petróleo, por lo que los venezolanos tienen el derecho innato de exigirle al Estado, receptor de esa renta, la solución de todos sus problemas, y éste la obligación de hacerlo. Eso dio pie a la implementación de un esquema perverso con el que hemos vivido durante mucho tiempo. Los partidos, particularmente los más grandes, durante las campañas electorales acusaban a las administraciones salientes de no haber cumplido con esa promesa debido a la corrupción e ineptitud que las caracterizaba, prometiendo falsamente que, de ser elegidos, el pueblo sí recibiría los beneficios de la riqueza petrolera. Ello contribuyó a la degeneración de esas organizaciones políticas debido al clientelismo que implantaron, a la intromisión excesiva en todas las actividades de la vida nacional, y a la corrupción creciente de muchos de sus miembros, la cual se facilitaba y aupaba por el contubernio descarado de los distintos partidos, a través del cual se encubrían los enriquecimientos ilícitos de sus allegados.

Hacia fines de los noventa, cansados de tanta ineficacia, corrupción y desidia, los venezolanos buscamos un nuevo liderazgo. Lamentablemente, casi once años después de producirse ese cambio los resultados han sido desalentadores, entre otras cosas, debido a que lo que hemos vivido se parece mucho a lo que quisimos cambiar. Seguimos oyendo la misma monserga del país rico que le da derechos a los ciudadanos y obligaciones al Estado, para que no pase otra cosa que no sea el clientelismo, la corrupción, la ineficacia y el engaño reiterado a una masa poblacional depauperada, que no deja de soñar con recibir del Estado los recursos y medios que les posibilite vivir mejor. Si a esto agregamos el autoritarismo, la violación cada vez mayor de derechos fundamentales como el de la propiedad, la ausencia de un estado de derecho y tantas otras calamidades que sufrimos a diario, es fácil inferir que no vamos por buen camino, y que es indispensable un nuevo rumbo.

Uno de los cambios esenciales que tiene que darse es que el venezolano finalmente entienda que la superación y el logro de una vida mejor tiene que fundamentarse en la autoestima y el esfuerzo personal y familiar. Hay que romper el mito de que el Estado dadivoso resolverá mis problemas, sustituyéndolo por otro valor, según el cual la mejora en mi condición de vida depende de mí mismo. Es a través de la educación, el trabajo, la responsabilidad, la moral y las buenas costumbres, el respeto a los demás, el apoyo comunitario y el deseo de superación como realmente se logrará el progreso y el avance social.

Creo que el Estado no sólo tiene una gran responsabilidad en la promoción de estos valores, sino también en la creación de las condiciones para que los mismos caigan en terreno fértil. Es necesario poner en marcha un plan de desarrollo nacional integral y sustentable que, entre otras cosas, posibilite la formación óptima de los venezolanos, ofrezca servicios de salud de calidad, y posibilite la creación de abundantes fuentes de trabajo estables y bien remuneradas. Sólo así podremos aspirara alcanzar o acercarnos a los objetivos básicos de toda sociedad, como son el abatimiento de la pobreza, la inclusión social, el bienestar y la felicidad de todos los ciudadanos.

 

Imagen: t13.cl