Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Viernes 11 de septiembre de 1998
Recientemente, tuve la oportunidad de entrar en estrecho contacto con el extraordinario programa Un Cariño para mi Ciudad que preside la Primera Dama, doña Alicia Pietri de Caldera. En ocasión de hacer entrega de un área recuperada por la organización que presido, tuve la oportunidad de visitar otras zonas rescatadas por diversas empresas que también estaban siendo incorporadas al programa. Además de quedar gratamente sorprendido por la cálida acogida que este esfuerzo ha tenido entre el empresariado, pude también constatar el positivo impacto que el mismo ha causado, no sólo en lo relativo al aspecto ambiental y ornamental de la ciudad, sino también en las comunidades de vecinos. Las personas que habitan o laboran en las zonas adyacentes a las áreas recuperadas manifiestan su más decidido apoyo a este esfuerzo, ya que, además de los beneficios directos que obtienen, a los que ya nos hemos referido, en muchos casos se rescatan esas zonas de personas indeseables que las habían convertido en sus guaridas, hostigando al vecindario a través de la práctica de vicios de toda naturaleza.
Al igual que otros proyectos, como La Fundación del Niño, creo que el programa a que nos referimos tiene que tener continuidad en las futuras administraciones. Más aún, creo que el mismo debe extenderse a los distintos estados y municipios, de tal forma que todas las ciudades del país y sus pobladores se beneficien de un esfuerzo de esta naturaleza.
Una idea útil
La experiencia de Un Cariño para mi Ciudad debe ser estudiada con detenimiento, ya que su concepción e implementación puede aplicarse a proyectos de gran importancia y relevancia en nuestro desarrollo futuro. En reiteradas ocasiones he mencionado la necesidad de que las empresas se involucren mucho más en cuestiones de la comunidad, jugando un papel relevante y protagonista en cuestiones tan esenciales como la educación y la salud a nivel nacional.
En esta columna he comentado que la empresa está llamada a participar activamente en el desarrollo de la educación técnica media que tanto necesitamos. En tal sentido, creo que corporaciones que tienen necesidades similares de personal técnico pueden unirse con el fin de crear, dotar y mantener escuelas de formación de esos técnicos, responsabilizándose de proveerlas de instructores de primera categoría, que pueden salir de los grupos de supervisores de sus plantas manufactureras, así como de tecnologías y técnicas de punta. Estos esfuerzos, además de darle oportunidad de educación aplicada de primera a miles de jóvenes venezolanos, les aseguraría a éstos trabajo al momento de culminar su formación profesional.
Igualmente, creo que las empresas pueden hacer contribuciones en el área de la salud. Además de las donaciones de equipos y materiales que pueden hacer a hospitales públicos, pueden montar y mantener centros ambulatorios en las localidades del interior o en los barrios urbanos donde tengan presencia física.
¿Cómo hacerlo?
La materialización de estas ideas, sencillas en apariencia, pero complejas en su implementación, necesitan de una infraestructura que las promueva, coordine y posibilite. La experiencia de Un Cariño para mi Ciudad puede ser de gran utilidad en este sentido, ya que la misma ha probado ser efectiva en la generación de los resultados buscados. Un equipo promotor y ejecutor de esta idea, conformado por un grupo de profesionales especializados, que esté liderado por un personaje como la Primera Dama de la República, y asistido por los gobernadores y los alcaldes de las principales ciudades, puede hacer una insigne labor en este sentido. La participación activa de figuras como la Primera Dama y las altas autoridades regionales, es crítica para el éxito de un programa como éste, ya que son ellos los que posibilitan y facilitan el acceso a las altas autoridades empresariales, logrando el compromiso de participación activa de las organizaciones que ellos representan.
Adicionalmente, las labores de ese equipo promotor y ejecutor puede desarrollarse en estrecho vínculo con las cámaras binacionales o gremiales, que agrupan a las empresas potencialmente patrocinadoras. Estas organizaciones pueden ser de gran utilidad en el proceso de promoción de la idea, y en la identificación de las empresas que pudieran estar interesadas en participar en programas de este tipo.
Como se ve, es mucho lo que puede obtenerse de ideas novedosas como la del programa Un Cariño para mi Ciudad. Esos son esfuerzos que no sólo hay que apoyarlos, sino que hay que perpetuarlos y analizarlos muy de cerca, pues de esa semilla pueden germinar programas de mucho mayor envergadura, que jueguen un papel crítico en el proceso de desarrollo y cambio que todos queremos ver en nuestro país.