Publicado en el diario “El Nacional” de Caracas. Lunes 10 de octubre de 2011
Durante los ocho años y ocho meses de control de cambios el gobierno se ha encargado de trabar cada vez más el acceso a las divisas, creando una situación realmente crítica. Después del colapso de los precios petroleros de la segunda mitad de 2008 Cadivi restringió notablemente el acceso a los dólares preferenciales, como era de esperar, reduciendo sus aprobaciones de 188 millones de dólares diarios en 2008 a 117 millones en 2009. Ello forzó a múltiples importadores a migrar al mercado paralelo donde se podían obtener divisas lícitamente a través de la permuta de títulos valores, pero a un precio mucho mayor que el tipo de cambio oficial, este último artificialmente bajo y subsidiado, llegando a transarse en ese mercado libre entre 80 y 100 millones de dólares diarios.
A pesar de que en 2010 el precio promedio de exportación petrolera venezolana superó los 72 dólares el barril, 26% más que en 2009, las aprobaciones de Cadivi sólo aumentaron marginalmente. Más aún, a pesar de que en el primer semestre del presente año el precio petrolero promedio superó los 98 dólares, 36% más que el del año precedente y 72% más que en 2009, las aprobaciones de Cadivi no sólo no aumentaron, sino que a varios sectores, como maquinarias y equipos, telecomunicaciones e informática, se las redujeron en más de 40% con respecto a igual período de 2010.
Al declararse ilegal el mercado libre y establecerse el Sitme en mayo de 2010, aduciéndose que el tipo de cambio paralelo era artificialmente alto y producto de la especulación, las cosas se complicaron aún más. No sólo siguieron muy restringidos los dólares preferenciales de Cadivi, sino que los montos que se podían obtener a través del Sitme eran muy bajos, no existiendo ahora la opción para múltiples importadores de acudir al mercado libre por ser éste ilegal. Ello ha creado cuellos de botella para múltiples productores y prestadores de servicios, a quienes les resulta prácticamente imposible poder importar los insumos o repuestos que necesitan para realizar sus operaciones, contribuyendo esto al notable deterioro de múltiples servicios, como el de transporte aéreo, al punto de poner en riesgo la vida de múltiples personas que a diario hacen uso de ese servicio.
Este absurdo se produce en una coyuntura como la actual en la que estamos exportando nuestro petróleo al máximo precio histórico, y se le están substrayendo ingentes cantidades de divisas a PDVSA y al BCV para nutrir al Fonden, el cual es manejado a discreción del Poder Ejecutivo sin rendirle cuentas a nadie, ni someterse a las más básicas reglas de manejo de fondos públicos. Esto, a su vez, se ha traducido en la necesidad de emitir masivamente costosos bonos denominados en moneda extranjera por parte de la República o de PDVSA con el fin de nutrir al Sitme, donde se transan entre 30 y 40 millones de dólares diarios, pero a un tipo de cambio también artificialmente bajo y subsidiado.
Paradójicamente, durante los difíciles años 2008, 2009 y 2010, en los que se produjeron las severas restricciones al acceso de las divisas a que ya nos hemos referido, el gobierno suscribió una serie de acuerdos de financiamiento con otros países, principalmente con Cuba, Nicaragua y Bolivia, por un monto superior a los 1300 millones de dólares, incluyendo unos créditos solidarios para financiar 100 empresas cubanas que suman cerca de un millardo de dólares, que ya han sido desembolsados en su gran mayoría. ¿Tendremos si quiera la suerte de cobrar esos créditos, o se repetirá lo ya sucedido con el gobierno de la isla caribeña que se ha negado a pagar préstamos otorgados por Venezuela dentro del convenio del Alba, aduciendo conmutaciones concedidas por el presidente venezolano?
Por todo lo anterior, muchos venezolanos se preguntan por qué hay que padecer el actual trabamiento cambiario, en medio de un escenario petrolero tan favorable y con un gobierno que no tiene mesura en los regalos y financiamientos que le da a otros países.