Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 5 de febrero de 2005
En un reciente estudio del Banco Mundial se cuestionan las posibilidades de expansión del gasto público venezolano, llegando a la misma conclusión que varios economistas hemos mantenido: el crecimiento reciente de las erogaciones fiscales no es sostenible en el mediano plazo.
Esto es importante, pues es de todos conocido que en los últimos tiempos el factor locomotor de esta economía ha sido, precisamente, el gasto público, habiendo éste experimentado, como en el pasado, crecimientos muy intensos en los años de altos precios del petróleo. Sin embargo, últimamente no han bastado los mayores ingresos fiscales petroleros, o el incremento de las recaudaciones tributarias internas, sino que también ha crecido en forma muy pronunciada el endeudamiento local del gobierno central, pues las erogaciones fiscales se han expandido a un ritmo mucho mayor que los ingresos ordinarios, creando ello unas necesidades de financiamiento cada vez más abultadas. En otras palabras, las posibilidades de mantener el ascenso del gasto público real dependerán de que las fuentes de ingreso tradicionales, ordinarias o extraordinarias, también experimenten una fuerte y sostenida expansión.
Si bien es conocida la volatilidad de los precios petroleros, no es descabellado pensar que, por lo menos en el mediano plazo, éstos no experimenten una caída súbita. Ello, según los expertos, obedece al posible mantenimiento de la demanda, y a la rigidez de la oferta en los próximos años. De ser así, es probable que los ingresos fiscales provenientes de ese sector experimenten un moderado crecimiento, o se estabilicen, a menos que se devalúe el bolívar. Creemos que las posibilidades de expansión de la tributación local y del endeudamiento interno son igualmente limitadas, lo que también restringiría las posibilidades de expansión del gasto fiscal real y, en consecuencia, del crecimiento económico. Por ello coincidimos con la apreciación del Banco Mundial.
No obstante, no hay que perder de vista la manifiesta intención gubernamental de tomar el control del BCV, cosa por demás peligrosa, pues no sería la primera vez que un gobierno que vea limitadas sus fuentes de ingreso, obligue al instituto emisor a financiar los déficits fiscales recurrentes y crecientes a través de la creación irrestricta de dinero inorgánico. En el mediano plazo, ese sería un camino seguro a la recesión y a la inflación incontrolada.