Publicado en el diario “El Nacional” de Caracas. Lunes 4 de junio de 2012
Según el BCV, durante el primer trimestre de 2012 el PIB experimentó un significativo crecimiento de 5,6%. Sin embargo, al examinar las cifras con mayor detenimiento me surgen dudas acerca de la solidez y sostenibilidad de la expansión de la actividad económica del país.
Ese elevado crecimiento se habría debido al notable incremento del gasto público, a través del cual se han venido inyectando abundantes fondos a la economía que han estimulado la demanda, particularmente el consumo privado. Entre los proyectos públicos a los que se les ha destinado ingentes recursos está el de la construcción de viviendas, lo cual, según el BCV, hizo que el PIB real del sector de la construcción experimentara un crecimiento de 29,6%, y que la construcción de viviendas por parte del sector público creciera 56,6% en términos reales con respecto a igual período del año anterior. A su vez, las crecientes necesidades financieras generadas por el gasto desenfrenado se han traducido en un masivo endeudamiento público, tanto interno como externo, y en la transferencia forzosa de recursos de PDVSA y de reservas internacionales del BCV a fondos manejados por el Ejecutivo para financiar gasto, ya que los recientes ingresos adicionales del petróleo han sido insuficientes para financiar las desbocadas erogaciones.
También reporta el BCV que en el primer trimestre el volumen de importaciones creció 38,6%, haciendo que el valor en dólares de las compras externas de bienes aumentara casi un 50%.
La masiva venta de papeles del Estado a la banca y el aumento de la actividad crediticia hizo que el PIB de las instituciones financieras creciera 27,7%. La mayor demanda generada por la construcción de viviendas por parte del sector público estimuló la actividad de varios subsectores fabriles; y los mayores volúmenes de bienes importados contribuyó a que algunos sectores prestadores de servicios, como comercio, transporte y almacenamiento, crecieran en torno al 8%.
Ahora bien, al examinar el comportamiento de otros importantes sectores económicos, salta a la vista una serie de realidades que contrastan con el aparentemente sólido crecimiento arriba mencionado. Así, la producción agrícola siguió cayendo, al igual que lo ha hecho durante varios trimestres, ratificándose de esta forma el rotundo fracaso de la política agrícola implantada, caracterizada por las expropiaciones arbitrarias de fundos. Múltiples sectores manufactureros productores de bienes de consumo, tales como alimentos, bebidas, prendas de vestir y calzado, también mostraron caídas de actividad productiva, producto de los desproporcionados controles, del restringido acceso a las divisas, del acoso gubernamental permanente, de los cortes eléctricos, y de la manifiesta ineficiencia en el manejo de múltiples empresas estatalizadas. Incluso, sectores directamente relacionados con la construcción, que debieron haber crecido intensamente, siguieron mostrando severos problemas y limitaciones. Entre éstos destaca el sector siderúrgico, en el que incluso siguió cayendo la producción de cabillas de Sidor, y el sector cementero, que después de una estrepitosa caída de la producción y de un deterioro de la calidad de sus productos en los años que siguieron a la estatalización, aparentemente experimentó una reciente recuperación. La menor disponibilidad de insumos hizo que la construcción privada cayera 10,6%.
De lo anterior se concluye que el alto crecimiento reciente de la demanda y del PIB debido al aumento de gasto público, lo que ha producido es el desbocamiento de las importaciones para satisfacer las necesidades de bienes e insumos que ahora no producimos internamente debido al fracaso rotundo de la política económica. Destruyen el aparato productivo interno y reducen las posibilidades de empleo local, para, a través de las importaciones masivas, generar empleo en otros países. ¿Es ese un crecimiento sólido, sostenible y deseable?
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