Publicado en el diario “El Nacional” de Caracas. Lunes 21 de noviembre de 2011
Durante los últimos años hemos sido testigos del saqueo al que ha sido sometido PDVSA. El gobierno, de forma irresponsable, ha obligado a esa empresa a financiar cualquier proyecto que se le ocurra, aun cuando no tenga relación alguna con el negocio petrolero, o le ha endosado unas obligaciones que implican un alto costo para esa empresa, generándole esto una carga muy onerosa que ha comprometido su solvencia financiera.
En el punto de cuenta del ministro Ramírez al presidente Chávez del 15 de abril pasado, recientemente revelado, se reconoce que lo que realmente se está produciendo es algo menos de 2,7 millones de barriles de crudo por día (MMBD); si a esto le sumamos la producción de líquidos del gas natural y le restamos el consumo interno, que lo estimamos en unos 0,750 MMBD, quedarían unos 2,1 MMBD para exportación. Sin embargo, no todas esas ventas externas generan caja, ya que los 100.000 barriles diarios que se envían a Cuba se pagan, según voceros gubernamentales, con médicos de Barrio Adentro y otros servicios que nos provee ese país. Adicionalmente, el 50% de lo que se vende a través de los convenios de Petrocaribe, Petrosur y Alba se financian a 25 años plazo con un 1% de interés, y de los 430.000 barriles diarios que se envían a China relacionados con los préstamos multibillonarios que nos ha otorgado ese país sólo la mitad generan caja, pues el resto se destina al pago de capital, intereses y otras obligaciones, y los fondos excedentes no entran a PDVSA sino a la República. De esta forma, estimamos que de los volúmenes que se exportan sólo algo más de 1,4 MMBD genera caja a la industria petrolera venezolana. Si tomamos el precio promedio de exportación de 2011 de US$ 100 por barril, el verdadero ingreso anual por exportación de hidrocarburos esperado para este año estaría en el orden de los 52 millardos de dólares, monto que en gran parte percibe PDVSA, pero que también tiene que compartirlo con sus socios en las empresas mixtas.
De lo que le ingresa a PDVSA hay que descontar sus gastos operativos, de depreciación, de venta y administración, desembolsos que en 2010 ya superaron los 21 millardos de dólares, además de las regalías, impuesto de extracción, impuesto sobre la renta y otras obligaciones tributarias, que en 2011, debido a los mayores precios, serán mucho mayores que el año precedente, cuando se pagaron 15 millardos de dólares.
Adicionalmente, PDVSA tiene que hacer enormes erogaciones para financiar las misiones o programas sociales gubernamentales, las cuales han sido incrementadas notablemente, ya que esta empresa tiene que financiar buena parte de costosa Gran Misión Vivienda de reciente creación. También tiene que hacer elevadas transferencias al Fonden, fondo manejado por el poder ejecutivo para financiar gasto público, y pagar el llamado impuesto a las ganancias súbitas generadas por el reciente aumento de los precios petroleros. Como si ello fuera poco, recientemente se anunció que el pago de las obligaciones a ex-empleados de la administración pública y los compromisos que genere la reforma de la Ley del Trabajo, recientemente anunciada por el presidente Chávez, también recaerán sobre PDVSA a través de la emisión de nuevos bonos y de un pago adicional de regalía.
De todo lo anterior es fácil inferir que las cargas financieras de PDVSA son desproporcionadas y le generan un severo problema de caja, que tiene que ser cubierto con endeudamiento, pasivos que están creciendo a un ritmo muy intenso y que comprometen las finanzas futuras de esa empresa. Insólitamente, el BCV se ha transformado en uno de los principales financiadores de PDVSA, teniendo a esta fecha unas acreencias netas contra esa empresa que superan los Bs 58 millardos.
Es lógico entonces que nos preguntemos cómo se piensan financiar las cuantiosas inversiones que se tienen que hacer para aumentar la capacidad de producción petrolera, de continuar el irresponsable saqueo al que se ha sometido a PDVSA.