Relaciones EE UU – Venezuela

Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 28 de mayo de 2005

 

Una nueva sorpresa constituyó el reciente anuncio del presidente Chávez de una eventual revisión de las relaciones diplomáticas de Venezuela con Estados Unidos, de no producirse la extradición de Posada Carriles a nuestro país. Sin entrar a juzgar la procedencia jurídica o moral de dicha reclamación, creo que condicionar las relaciones que tradicionalmente hemos mantenido con esa nación a la consumación de ese hecho es algo desmedido y fuera de orden.

Limitándome a lo estrictamente económico, vale decir que una ruptura de relaciones podría tener unas consecuencias demoledoras sobre nuestra economía, porque se arriesgaría mucho más de lo que pensamos. Para entender por qué digo esto, basta mencionar que más del 50% de los hidrocarburos que exportamos se dirigen a ese país, pudiendo esas ventas superar los 20 millardos de dólares en el presente año. Ante la pérdida de la condición de proveedor confiable que hoy tenemos, sería mucho más fácil para los norteamericanos reemplazarnos como suministrador de petróleo, que para nosotros substituirlos como clientes, entre otras razones, porque nuestros crudos pesados y ácidos requieren de una estructura de refinación muy peculiar y altamente costosa, buena parte de la cual se encuentra ubicada en Estados Unidos.

Adicionalmente, cerca del 40% de nuestras exportaciones distintas a petróleo tienen como destino ese mercado, y más del 30% de lo que importamos procede de ese país.  Lo anterior podría implicar que durante el presente año el valor de todas las tracciones comerciales entre las dos naciones se acerque a los 30 millardos de dólares, con un balance ampliamente favorable para nosotros.

EE. UU., además de ser nuestro primer socio comercial, es también uno de los principales inversionistas extranjeros en Venezuela, y el mayor receptor de nuestras inversiones foráneas, entre ellas Citgo, empresa propiedad de Pdvsa que maneja una importante infraestructura de refinación acondicionada a nuestros crudos, y que controla una de las más extensas redes de estaciones de servicio de ese país.

Poner a riesgo todos los vínculos económicos y de otra índole que tradicionalmente hemos tenidos las dos naciones a lo largo de tantos años es algo que carece de sentido. Lo que tiene que prevalecer es la ponderación y la sensatez, evitando tomar acciones compulsivas que nos puedan acarrear costos impensables a todos los venezolanos.

 

Imagen: elimpulso.com