Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 29 de mayo de 2004
El crecimiento del producto interno bruto (PIB) del primer trimestre de 2004, en comparación con igual período del año anterior, fue disparatado (29,8%), siendo ello presentado por los voceros gubernamentales como un gran logro. Sin embargo, cabe preguntarse si eso debe ser interpretado como una sólida y robusta recuperación de la economía, o más bien como el resultado de un rebote que se produce al comparar un endeble desempeño económico con la profunda depresión del primer trimestre de 2003. Las cifras oficiales indican que la realidad está más en línea con la segunda apreciación.
En efecto, cuando se compara el PIB del primer trimestre de 2004 con el del mismo lapso de 2002, se concluye que hoy estamos produciendo 6,3% menos que hace dos años, explicando esto el alto nivel de desempleo y subempleo que afecta al sector laboral. Esta adversidad se hace mucho más patente si comparamos el PIB per cápita de esos dos períodos, siendo su caída de 9,6%. Más aún, si tomamos como referencia el PIB por habitante del primer trimestre de 1999, cuando se vivía una profunda crisis económica producida, entre otras causas, por el desplome de los precios de los hidrocarburos, y lo comparamos con el del mismo período de 2004, la contracción es de 13,8%, a pesar de que hoy los precios reales petroleros son tres veces mayores que los de comienzos de 1999.
En otras palabras, el promedio de lo que hoy se produce por venezolano es muy inferior a lo que se generaba hace cinco años, razón que explica por qué el ingreso real que recibe cualquier trabajador se ha reducido en forma dramática durante los últimos tiempos, acentuándose así el proceso de empobrecimiento que padecemos desde hace más de dos décadas.
Para que se produzca una sólida y sostenida recuperación económica se necesita mucho más que la expansión del gasto público. Es fundamental el florecimiento de la inversión privada generadora de nuevas oportunidades de empleo, requisito indispensable para que se estimule la demanda, y con ella la producción. Pero para que eso ocurra hay que crear las condiciones propicias, lo cual exige, entre otras cosas, reglas de juego claras y permanentes, instituciones estables e independientes, una administración de justicia confiable, fuentes de financiamiento abundantes y mercados amplios. Como se ve, es mucho lo que hay que hacer para lograr el crecimiento firme y mantenido que todos añoramos.
Imagen: Corpico.com.ar