Precio del oro y las reservas

Publicado en el diario “El Nacional” de Caracas. Lunes 29 de agosto de 2011

 

A raíz de la polémica suscitada por la propuesta de repatriación de las reservas internacionales (RI) en oro, y la reubicación de las reservas operativas en países “amigos”, se ha popularizado la idea de que lo que le conviene a Venezuela es acumular la mayor cantidad de reservas en oro, ya que el precio de ese metal ha experimentado aumentos intensos en los últimos meses, haciendo que el valor de las RI aumente sin necesidad de elevar los volúmenes de oro que poseemos. Esta posición podría ser válida si existieran sólidas razones para esperar que la tendencia alcista del precio se va a mantener por largo tiempo. Sin embargo, nadie puede asegurar eso, pudiendo incluso producirse una caída sostenida de éste, como ya ha sucedido en el pasado, lo cual reduciría de modo contundente los niveles de las RI.

En 1979 sucedieron una serie de importantes acontecimientos que sacudieron al mundo. Por un lado, el derrocamiento del Sha de Irán y el establecimiento en esa nación de un gobierno islámico radicalizado que decidió paralizar la producción petrolera, produjo un aumento de los precios a niveles récord, causando esto presiones inflacionarias en los principales países consumidores, y restricciones en sus actividades productivas. Por otro lado, la Reserva Federal de EE. UU. decidió implantar una férrea política monetaria con el fin de atacar el problema inflacionario que tomaba cuerpo en ese país, haciendo que las tasas de interés en las zonas del dólar se dispararan a niveles impensables. Eso atrajo capitales del mundo entero, viéndose forzadas las demás economías a elevar sus tasas de interés para competir con las de EE. UU., evitando así fugas masivas de capitales, pero creando severas restricciones crediticias que, a su vez, generaban recesión en todo el orbe. Finalmente, la tensión política internacional creada por la invasión soviética a Afganistán introdujo nuevos elementos de incertidumbre y zozobra en la comunidad internacional. Todo ello se tradujo en la busca de protección contra las adversidades económicas y políticas, siendo el oro una de ellas. Eso hizo que el precio de ese metal aumentara frenéticamente a lo largo de 1979, y que el 21 de enero de 1980 llegara a su nivel record de 850 dólares por onza troy, que equivale a 2470 dólares de hoy. En los años que siguieron, sin embargo, el precio retornó a niveles más razonables, produciéndose una sostenida tendencia a la baja, al punto de que a fines de los años 90, el precio se estabilizó por debajo de los 300 dólares. De hecho, en 2001 el precio promedio fue de 347 dólares de hoy, es decir, 7 veces menos que el pico histórico del 21 de enero de 1980.

En el mundo actual, la incertidumbre económica de Europa que está poniendo en duda la sostenibilidad de la zona del euro, y los temores de una nueva recesión en los EE. UU., así como la inestabilidad política en el Medio Oriente, han desencadenado nuevamente, como en 1979, una busca de refugio seguro, haciendo que el oro vuelva a experimentar fuertes y sostenidos aumentos de precios, al punto de que el martes 23 de agosto pasado llegara a cotizarse por encima de los 1900 dólares. Sin embargo, en los tres días siguientes ese precio cayó un 8%. ¿Significa esto el inicio de una fase sostenida de declinación del precio, como la de las dos últimas décadas del siglo XX? Nadie lo sabe, pero lo que sí podemos concluir es que el precio del oro es volátil, quizá más que el del petróleo, y que así como se eleva súbitamente, experimenta bajas intensas y prolongadas, pudiendo esto generar caídas abruptas de las RI.

De allí que convenga diversificar la composición de nuestras RI, dándole una importante participación al oro, pero también acumulando abundantes reservas operativas, compuestas por divisas universalmente aceptadas. De esta forma por lo menos diversificaríamos el riesgo y mitigaríamos la alta vulnerabilidad que nos genera la volatilidad de los precios del petróleo y del oro.

 

Imagen: elinformador.com.ve