Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 13 de noviembre de 2004
La reelección del presidente Bush para un segundo período ha preocupado a muchos economistas, ya que es muy probable que los desbalances fiscal y externo de la economía norteamericana continúen su carrera ascendente de los últimos años, teniendo ello implicaciones importantes, no sólo para la economía de los Estados Unidos, sino también para las del mundo entero.
En el año 2000, último de la administración de Clinton, las cuentas fiscales arrojaron un superávit equivalente al 2,5% del PIB. Cuatro años más tarde, se estima que el déficit fiscal se ubique en una cifra cercana al 5% del PIB, y todo parece indicar que ese desequilibrio se acentuará debido, por una parte, a las promesas de nuevas reducciones de impuestos que hizo Bush durante la campaña electoral, y por la otra, a la rigidez del gasto, entre otras razones, para mantener la guerra en Iraq. Si a esto añadimos que en el año 2004 el déficit en la cuenta corriente norteamericana estará en torno a los $ 600 millardos (5,5% del PIB), es fácil inferir que las necesidades de financiamiento de esa economía serán elevadas y cada vez mayores.
En otras palabras, los Estados Unidos tendrá que seguir atrayendo capitales de otras partes del mundo para financiar su doble desequilibrio, ya que su ahorro interno es muy limitado. Por ello la oferta de bonos, principalmente los del Tesoro, seguirá en aumento y el rendimiento de estos títulos tendrá que ser mayor, haciendo que su precio baje. Esto hará que los que dispongan de efectivo se inclinen a comprar esos valores con alta rentabilidad, haciendo que escasee el dinero, y que el precio del financiamiento, es decir la tasa de interés, suba, no sólo en los Estados Unidos sino en el mundo entero.
Por su parte, el alto desequilibrio externo seguirá creciendo, haciendo que el dólar se debilite aún más, máxime si países como China se siguen negando a sincerar el tipo de cambio de sus monedas, permitiendo que las mismas se aprecien.
Altas tasas de interés, combinadas con un dólar débil, limitarán las posibilidades de crecimiento a nivel global, entre otras razones, por que el mayor costo de financiamiento restringirá la demanda, por que las economías con monedas fuertes, como las europeas, exportarán menos, y por que los países con altas deudas externas, algunos de ellos latinoamericanos, tendrán que destinar una mayor cantidad de recursos para servir esos compromisos foráneos.
Imagen: usherald.com