La hora de la verdad

 

Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 28 de diciembre de 2002

 

Estamos viviendo una hora histórica que definirá muchas cosas en el futuro del país.  El rechazo masivo e irreversible al autoritarismo y a la imposición de esquemas que atentan contra nuestras libertades y principios de convivencia y hermandad, han transmitido un mensaje claro e inequívoco al liderazgo político de hoy y el de los tiempos por venir: los venezolanos no estamos dispuestos a vivir bajo ningún régimen que coarte nuestros derechos democráticos.  Eso no sólo implica que no estamos dispuestos a aceptar un gobierno que inculque el odio y la lucha de clases, que irrespete el estamento legal, que desconozca la autonomía e independencia de los poderes públicos, o que trate de imponer una ideología que atente contra los verdaderos principios de libertad y democracia; también significa el rechazo al sistema de clientelismo político del pasado, en el que los líderes de los partidos llegaban a acuerdos tácitos para encubrir las corruptelas de sus miembros, y para repartirse descaradamente las cuotas de poder.

En la hora de renacer y de reconstrucción que se avecina tiene que privar la sensatez.  Lo que tenemos ante nosotros es la reconstrucción del país, lo cual exige la participación activa y decidida de todos, a los fines de establecer unas nuevas y sólidas instituciones que aseguren la idoneidad, funcionalidad e independencia de los poderes públicos, así como la fijación de los objetivos que debemos perseguir, el establecimiento de prioridades y la definición de las estrategias que seguiremos para alcanzar aquellas metas, implicando todo ello el establecimiento o revisión de las reglas de juego por las que nos regiremos.

Todo lo anterior, combinado con el manejo efectivo y eficiente del grave problema social y económico que padecemos, a los fines de evitar estallidos de impredecibles consecuencias, da una idea de los colosales desafíos que tendrán que afrontar los nuevos líderes de la nación, quienes requerirán del apoyo y la participación decidida de todos los miembros de la sociedad.

Como se ve, la solución del problema nacional es mucho más compleja que sustituir legítimamente al actual gobierno, lo cual, si bien es una condición necesaria, está lejos de ser suficiente.  Las grandes crisis traen grandes oportunidades.  En los tiempos por venir tendremos la ocasión de reconstruir las bases sobre las cuales fundamentaremos nuestra nueva democracia.  Sería imperdonable que desaprovecháramos esta ocasión para corregir los errores y las desviaciones del pasado, con el fin de implantar un sistema democrático maduro y perfeccionado, donde prive el estado de derecho y exista el ambiente propicio para que imperen los principios de libertad, eficiencia, equidad, progreso y honestidad.  Ahora más que nunca tiene que privar la sensatez y la madurez a los fines de que, con el esfuerzo de todos, podamos comenzar a construir el país que todos añoramos para nuestros hijos.

 

Imagen: telesurtv.net