Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 15 de noviembre de 2003
El insólito anuncio del presidente Chávez en su último “Alo, Presidente” sobre su deseo de que el Banco Central de Venezuela (BCV) le entregue al Ejecutivo mil millones de dólares de las reservas internacionales para financiar proyectos agrícolas, no sólo demuestra el craso desconocimiento del primer mandatario sobre el estamento legal que rige la materia, sino también es una prueba más acerca de la intención del gobierno de utilizar al instituto emisor como una fuente de financiamiento de gasto público deficitario. Además de la creación artificial de utilidades cambiarias a través de subterfugios contables, ahora se desea buscar la vía para obtener recursos a través de la liquidación directa de las reservas internacionales, cosa a todas luces ilegal e inconveniente.
Ya son más que conocidas las consecuencias inflacionarias nefastas que, en décadas pasadas, acarreó el financiamiento de déficit recurrentes y crecientes por parte de los bancos centrales en múltiples países latinoamericanos, donde la inflación anual llegó a alcanzar niveles de cuatro y hasta de cinco dígitos. Ello no trajo más que penuria y depauperación, pues ya es bien conocido el efecto de empobrecimiento y confiscación patrimonial permanente que trae consigo la inflación incontrolada.
Volviendo a nuestro caso, también preocupa la amenaza del presidente Chávez de abrir una acción judicial ante el Tribunal Supremo de Justicia contra el BCV, en caso de que el Directorio de ese organismo siga negándose a entregar el millardo de dólares solicitado. Digo esto porque no sería de extrañar que nuestro máximo tribunal, al igual que tantas veces en el pasado, tomara una decisión con la finalidad de complacer al comandante, en vez de sentenciar en apego estricto a lo que manda la Constitución y las leyes de la República.
Si bien hasta el momento las magnitudes de financiamiento indebido de gasto público por parte del BCV no han alcanzado niveles desproporcionados, la tendencia y la intención son más que obvias. Estamos al inicio de un camino ya transitado por otros, que no lleva sino a un destino funesto y trágico, del cual es muy difícil y costoso salir. Se está jugando con fuego. De continuar así, no sólo serán los culpables de haber seguido el rumbo errado los que pagarán por ello, sino que seremos todos los venezolanos los que sufriremos las consecuencias amargas de ese grave desatino.
Imagen: misionesonline.net