Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 26 de noviembre de 2005
Hay hombres que dejan huella imborrable, no tanto por las proezas o grandes hazañas que realizan a lo largo de sus vidas, sino por las excepcionales condiciones personales que poseen. Uno de ellos fue José Giacopini Zárraga, venezolano a carta cabal, amigo incondicional, conocedor como pocos de nuestra historia contemporánea y, sobre todo, conversador y narrador extraordinario.
Realmente impresionaba escucharle sus amenísimas disertaciones sobre los más diversos episodios de nuestra realidad nacional, por la precisión y coherencia de sus relatos, no escapándosele el nombre de ninguno de los protagonistas o la fecha de cada suceso. Era una fuente inagotable de saber, particularmente en materia de historia petrolera y militar de Venezuela, que siempre estaba dispuesto a compartir sus conocimientos y vivencias, teniendo la virtud de cautivar a los que lo escuchaban, para los que el tiempo dejaba de transcurrir durante sus tertulias.
Coincido con la apreciación de Gustavo Coronel de que José Giacopini, conjuntamente con Ramón J. Velásquez, fue la más importante fuente oral de la historia contemporánea de Venezuela. De hecho, años atrás tuve el honor de reunir en mi casa a esos dos ilustres venezolanos con Pynchas Brener, Rabino Principal de Caracas, siendo todos gratamente sorprendidos por el maravilloso relato de don Giaco, como lo llamaba afectuosamente, sobre la formación de la comunidad hebrea en Venezuela, contando con impresionante precisión los orígenes, fechas de ingreso y evolución que tuvieron las distintos grupos que migraron y se establecieron en Venezuela, formando esa comunidad que tanto le ha dado a nuestro país.
La última vez que me topé con él meses atrás me manifestó su deseo de que nos reuniéramos, ya no en su casa de siempre en el centro de Caracas, sino en el apartamento de su hija donde se había mudado recientemente. Desgraciadamente, perdí la tarjeta con la nueva dirección y teléfono, reapareciendo ésta en mi oficina hace tan sólo unas semanas. Me hice el firme propósito de cumplir mi promesa de visitarlo, pero a los pocos días me sorprendió la noticia de su partida. Aparte de la tristeza de perder a un amigo tan querido, lamenté no haber aprovechado la oportunidad de disfrutar una vez más la compañía y la palabra de este ilustre venezolano, cuyas ideas y enseñanzas siempre quedarán grabadas en la mente de quienes tuvimos la suerte de conocerlo.
Imagen: elcolumnero.com