Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 29 de octubre de 2005
Durante los últimos tiempos, y particularmente después de dispararse los precios petroleros, el gasto público ha crecido en forma muy acentuada. Por esa vía se inyectan a la economía buena parte de los recursos adicionales provenientes de las mayores exportaciones, expandiéndose así la oferta monetaria, y con ella los gastos de consumo. La mayor demanda, tanto pública como privada, a su vez, ha motorizado la actividad productiva, haciendo que la economía crezca a un ritmo muy elevado. Curiosamente, ello se ha logrado sin que se dispare la inflación, la cual, si bien aún es elevada, ha mostrado una moderada tendencia a la baja, debiéndose esto principalmente a los masivos subsidios que por distintas vías provee el gobierno, y a los controles de precios existentes.
Ahora bien, ¿qué tan sostenible es ese favorable escenario? Creo que en el corto plazo el mismo continuará, máxime cuando se calcula que en el año 2006, clave desde el punto de vista político, el gasto público podría llegar a equivaler al 40% del PIB, nivel muy superior al de 2005, que se estima en 34% del PIB, para no hablar de años previos cuando era mucho menos del 30%.* Adicionalmente, el alto poder adquisitivo externo dado por las abultadas exportaciones petroleras seguirá permitiendo importar masivamente productos de consumo, que se seguirán vendiendo con subsidios. Por ello creo que 2006 también será un año de alto crecimiento con una inflación probablemente no muy diferente a la actual.
El problema vendrá en el mediano plazo, cuando la moderación de los precios de exportación, o incluso su mera estabilización, limitará los ingresos fiscales y de divisas, restringiendo las posibilidades de seguir expandiendo el gasto público y de otorgar subsidios masivos. Sin embargo, las expectativas cada vez mayores que han creado las dádivas en la población de más bajos ingresos, le dificultarán al gobierno evitar un agudo repunte inflacionario y afrontar la limitación de recursos, máxime si no se han preocupado las autoridades por ahorrar parte de los altos ingresos actuales para contar con fondos en los años de adversidad que vienen.
Se vuelve sobre la historia múltiples veces vivida en las últimas décadas, pero, curiosamente, quien tanto ha criticado los vicios de ese pasado es quien cada vez se condena más a repetirlos en un futuro próximo.
* Ver Banco Mercantil, Boletín Económico Mensual, Septiembre 2005.