Publicado en el diario “El Nacional” de Caracas. Lunes 11 de abril de 2011
Al conocerse la inflación del mes de marzo se destacó el hecho de que la misma se está desacelerando, pues pasó de 2,7% en enero a 1,4% en marzo. Esto motivó a que altos voceros gubernamentales anunciaran para el año una inflación esperada entre un 23% y un 25%, menor que la del 2010, iniciándose así, de acuerdo a ellos, una caída sostenida de la inflación. De allí que sea válido preguntarnos si los indicadores del primer trimestre nos deben llevar a la conclusión de que la inflación está cediendo.
Yo pienso que no, ya que si bien es incuestionable la moderación del aumento del índice nacional de precios al consumidor (INPC) en ese lapso, al examinar más detalladamente el comportamiento de sus distintos componentes podemos llegar a conclusiones distintas. La principal razón que explica la desaceleración del aumento del INPC en febrero y marzo fue el substancial refrenamiento del incremento de los precios de los alimentos y de las bebidas no alcohólicas, generado por el abrupto abaratamiento de los productos agrícolas que se produjo esos meses debido fundamentalmente a factores estacionales.
Sin embargo, cuando se analiza el comportamiento del núcleo inflacionario, que no es más que el INPC, pero corregido de factores estacionales transitorios y de controles de precios, advertimos que el mismo aumentó mucho más intensamente que el INPC, debiéndose esto en el mes de marzo a un incremento de 4% de los precios de los alimentos elaborados. En otras palabras, cuando analizamos la evolución del núcleo inflacionario, que es un índice que mide más fehacientemente la presión inflacionaria que efectivamente se está materializando, nos damos cuenta que la inflación acumulada que verdaderamente se produjo en el primer trimestre de 2011 fue de 7,6%, mayor que la de igual período del 2010 (6,6%) y del 2009 (6,3%), mostrando así una tendencia al alza, no a la baja.
Pero, ¿qué podemos esperar para los próximos meses del año? La existencia de una serie de circunstancias indica que la inflación pudiera ser alta en el futuro inmediato. Será necesario permitir ajustes en los precios de una serie de productos que han estado severamente controlados durante largos períodos, condenando a sus productores a trabajar a pérdida, debido a que sus costos de producción y distribución han aumentado substancialmente; de no permitirse estos ajustes de precios se agravarán los problemas de desabastecimiento. Esto se hace particularmente crítico en el caso de los productos alimenticios y de los medicamentos, ya que la devaluación de enero pasado aún no se reflejado en los precios de muchos de estos productos, o lo han hecho en forma parcial. Los insumos requeridos para su producción o los bienes terminados de origen externo, que se podían importar hasta fines de 2010 al tipo de cambio de Bs/$ 2,60, a partir de enero de este año se tienen que comprar con dólares a Bs 4,30.
Por otra parte, la caída en la producción y en la eficiencia de las empresas estatalizadas seguirá elevando la dependencia externa para el abastecimiento de múltiples productos, muchos de los cuales han aumentado substancialmente de precio en los mercados internacionales. Eso hará que para realizar las crecientes y más costosas importaciones se requieran más dólares que en el pasado, divisas que en algunos casos se tendrán que adquirir a un precio substancialmente mayor.
Estos y otros factores, tales como la indisciplina fiscal actual, la inexistencia de autonomía del BCV, que cada vez tiene que financiar más gasto público, y la ausencia de inversiones que estimulen la producción y aumenten la eficiencia del aparato productivo, me llevan a la conclusión de que lejos de producirse una franca y sostenida reducción de la inflación, lo que nos espera es la consolidación de este flagelo, que continuará afectando a los venezolanos mientras se insista en mantener la actual agenda política y económica.
Imagen: Sumarium.com