Publicado en el diario “El Nacional” de Caracas. Lunes 31 de agosto de 2009
Nos acaba de dejar un hombre excepcional, Eduardo Mendoza Goiticoa, quien a lo largo de su prolongada vida siempre dio ejemplo de rectitud, profesionalismo, honradez, bondad y calor humano.
Tan sólo cuatro años después de regresar a Venezuela, una vez concluidos sus estudios de ingeniería agronómica en Argentina, fue nombrado Ministro de Agricultura en 1945, cuando aún no había cumplido los 30 años de edad, cargo que desempeñó exitosamente hasta 1947. Como parte de esa responsabilidad pública le tocó manejar los asuntos migratorios del país al frente del Instituto Venezolano para la Inmigración, organización que mantuvo estrechos vínculos con la Organización Internacional de Refugiados, que luego se transformó en la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. En esa oportunidad dirigió un programa para ayudar a los emigrantes europeos que llegaban a nuestro país después de la devastación de la II Guerra Mundial, dando apoyo a decenas de miles de personas desamparadas. Tal fue el resultado de ese proyecto que muchos expertos internacionales lo catalogaron como el más exitoso programa de refugiados del período de la post guerra a nivel global. Tiempo después fungió como Director Fundador de la Human Rights Foundation, organización internacional dedicada a la defensa de los derechos humanos en el continente americano, que pone especial atención en la promoción de la libertad del individuo para la auto-determinación y en la lucha contra la opresión de las tiranías.
Fue en todo momento un hombre comprometido con la democracia y la libertad, participando activamente en la resistencia contra la dictadura de Pérez Jiménez, y haciendo importantes contribuciones a la planificación de la huelga general que tanto contribuyó al derrocamiento del régimen y a la reinstauración de la democracia en Venezuela.
También fue un importante emprendedor, fundando junto a su hermano Eugenio la empresa Protinal, importante productora de alimentos concentrados para animales, en la que trabajó desde su fundación a fines de la década de los 40 hasta mediados de los años 70. Se destacó como propulsor de la agricultura de vanguardia en Venezuela habiendo publicado importantes trabajos en esa área, y como promotor de la educación superior, formando parte del Comité Organizador de la Universidad de Oriente. Su aquilatada vida profesional lo hizo merecedor de un reconocimiento por parte de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat, organización que lo nombró Miembro Honorario en el año 2006.
Serían incompletas estas palabras de reconocimiento a don Eduardo si no hiciéramos referencia a sus extraordinarias condiciones como ser humano. Poseedor de una ilimitada afabilidad, tenía la cualidad de agradar a todos los que se le acercaban. Conversador inteligente y ameno, era realmente placentero escucharlo e intercambiar con él ideas sobre los temas más diversos. Amigo incondicional, siempre estaba presto a demostrar el sincero aprecio que sentía por uno.
En pocas palabras, él tenía don de gentes, término que de acuerdo a la Real Academia Española se aplica a personas que tienen la disposición peculiar de ser muy sociables en el trato y poseen facilidad para atraer y persuadir a los demás. Para mí él fue siempre una referencia y un ejemplo a seguir, y lo seguirá siendo en los años que aún me queden por vivir, porque una persona como Eduardo Mendoza Goiticoa siempre será pauta de cómo debería ser cualquier individuo que aspire ser un hombre de bien.