Publicado en el diario “El Nacional” de Caracas. Jueves 1 de diciembre de 2016
Después de un período de estabilidad del tipo de cambio libre entre marzo y septiembre de 2016, en el que incluso se produjo una leve tendencia a la apreciación del bolívar, desde los últimos días de septiembre se ha producido un verdadero disloque de esa tasa, llegando el dólar fronterizo a encarecerse 120% en tan solo 9 semanas. Ello se ha debido a la conjunción de una serie de circunstancias. La primera de ellas fue el cambio de rumbo de la política cambiaria oficial que se había puesto en marcha en marzo con la designación de Miguel Pérez Abad como vicepresidente del área económica, que buscaba llevar el precio de los dólares no preferenciales utilizados para las importaciones no esenciales, conocidos como Simadi, a niveles más realistas, con el objetivo de sincerar el mercado y de cerrar la enorme brecha entre el precio de esas divisas controladas y las que se transan en el mercado libre, buscando su convergencia. En las fases iniciales de implementación de ese plan se procedió a ajustar aceleradamente la tasa de cambio de esas divisas, que luego serían llamadas divisas complementarias, o Dicom, llevándola de 206 bolívares por dólar a comienzos de marzo, hasta 650 bolívares a mediados de octubre. Ello creó una expectativa, bien fundada o no, de que en un plazo perentorio se podrían adquirir dólares con una mayor fluidez para el grueso de las operaciones cambiarias y a un precio inferior al del mercado libre, lo cual se tradujo en una moderación de la demanda en ese mercado, máxime cuando en esos meses se había moderado el ritmo de expansión de la oferta monetaria. Todo ello cambió a comienzos de agosto de 2016, cuando la salida de Pérez Abad del gabinete significó el fin de aquel plan cambiario, suspendiéndose el ajuste alcista de la tasa Simadi. Ello llevó al convencimiento de que aquella esperanza de convergencia de las dos tasas y sinceración de las operaciones cambiarias no habían sido más que eso, una esperanza, una ilusión, reiniciándose al poco tiempo la tendencia alcista de la tasa libre.
Ello se vio reforzado por el deterioro de las expectativas políticas, al hacerse cada vez menos realistas las posibilidades de realizar un proceso revocatorio para sacar a Maduro del poder, como producto de las múltiples trampas y obstáculos del CNE para dilatar y postergar ese proceso, así como las descaradas decisiones de la Sala Constitucional del TSJ, quien en abierta violación de la Constitución, dictaba sentencias anulando las decisiones de la AN, legítimamente elegida el 6 de diciembre de 2015, cuando obtuvo una mayoría calificada de dos tercios, de la cual también le fue ilegítimamente despojada por el TSJ.
Adicionalmente, la masiva creación de dinero sin respaldo por parte del BCV para financiar gasto público deficitario, particularmente de Pdvsa, ha expandido muy fuertemente el dinero en poder del público en las últimas semanas, permitiendo esto que buena parte de esos medios de pago se canalicen hacia el mercado cambiario, máxime cuando son cada vez mayores las expectativas de que los dólares van a seguir encareciéndose debido a su escasez crítica en Venezuela, ya que los precios del petróleo siguen muy bajos, y muchos piensan que los anuncios de acuerdo en el seno de la OPEP para recortar producción y apuntalar los precios no se ven nada claros. Pero, aun cuando estos se dieren, ello tendría que implicar importantes recortes de producción de sus miembros, lo cual para Venezuela sería una carga muy difícil de llevar, dadas las caídas de producción que se han venido materializando en los últimos meses. Otro factor que podría contribuir a estimular la demanda de divisas, es que su tenencia es vista como una forma de protegerse contra la inflación desatada que estamos sufriendo.
Por todo lo anterior, no sería de extrañar que en lo inmediato el dólar libre siguiera siendo muy costoso, con las consecuencias altamente inflacionarias que ello conlleva.