Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Abril de 1999
Los reiterados planteamientos de Venezuela de negociar un acuerdo de integración económica con Brasil, y eventualmente con Mercosur, hay que examinarlos con cuidado. Si bien soy un convencido de las bondades y conveniencias de la integración económica, también creo que antes de avanzar en un proceso como el planteado hay que analizar cuidadosamente las condiciones bajo las cuales se realizaría, y las consecuencias que el mismo podría acarrear.
Los Beneficios de la Integración
Siempre he mantenido que la integración genera una serie de beneficios para las economías que la practican. En el caso específico de las economías emergentes, la ampliación de mercados que ella genera permite el desarrollo de unidades de producción mucho más competitivas y eficientes. La mayor competencia y los retos que se tienen que afrontar para penetrar nuevos mercados hace que las empresas se vean forzadas a hacerse más eficientes, a producir mejores productos y a invertir para ampliar su capacidad productiva. Simultáneamente, los procesos de integración estimulan la fusión de empresas, dando como resultado unidades de producción que se benefician de economías de escala y con la masa crítica para desarrollar nuevos y mejores productos, haciéndose, por lo tanto, más competitivas.
Desde el punto de vista macroeconómico se generan beneficios de importancia, ya que las economías que se integran, además de ampliar su actividad comercial, reducen su vulnerabilidad a shocks externos y a adversidades internas. Así, la alta sensibilidad de las economías exportadoras de commodities a variaciones en los precios internacionales de éstos, como es el caso de la venezolana, encuentran en la integración una importante válvula de escape a los efectos negativos de contracciones abruptas en los precios de sus principales productos de exportación. Adicionalmente, los efectos recesivos de políticas monetarias o fiscales restrictivas pueden ser parcialmente compensados por las mayores posibilidades de comercio externo generado por la integración.
No Toda Integración es Buena
En una conferencia que tuve la oportunidad de escucharle en 1971 al Dr. Joaquín Sánchez Covisa, economista ya desaparecido pero aún muy apreciado y recordado en Venezuela, éste establecía un paralelismo entre la educación y la integración económica, diciendo que, si bien ambas eran buenas y deseables, ello no podía llevar a la conclusión de que cualquier educación o integración económica es buena y deseable. La acertada cita vino a mi memoria a raíz de los anuncios que se han venido haciendo acerca de los deseos de integración con el Mercosur, y más específicamente con Brasil, ya que considero que, si bien ese acercamiento comercial tiene que producirse y por lo tanto es deseable y yo diría que inevitable, no creo que sea éste el mejor momento para que el mismo se produzca.
Las razones que me llevan a esta conclusión son las asimetrías en materia de políticas económicas que hoy existen entre las dos economías, y las cuales nos pone en una franca desventaja competitiva. Mientras en Venezuela tenemos a una moneda comercial altamente sobrevaluada, y los pocos estímulos comerciales a las exportaciones, como el draw-back, muestran un franco atraso en su cancelación, o incluso se han suspendido indefinidamente, en Brasil se ha producido una devaluación considerable de su moneda, lo cual se ha traducido en un afianzamiento de la capacidad competitiva de la industria de transables de ese país. Adicionalmente, los denodados esfuerzos que por varias décadas se han implantado en esa economía con el fin de desarrollar sus exportaciones se han traducido en un conjunto de medidas de estímulo a las ventas externas, entre las cuales se pueden mencionar el financiamiento para las actividades exportadoras con tasas de interés subsidiadas, exoneraciones impositivas, devolución de impuestos con meses de anticipación a la materialización de las ventas externas, seguros de crédito para la exportación, y una serie de estímulos regionales a las empresas que ubiquen sus fábricas en determinados estados de la unión. Si a ello agregamos la mejor calidad de servicios públicos que en ese país existe en comparación con el nuestro, se infiere que la disparidad competitiva entre la industria de transables entre ambos países es profunda y notoria.
Conclusión
Llegar a un acuerdo de integración entre Brasil y Venezuela en estas circunstancias puede ser altamente perjudicial para nuestro país, ya que los efectos negativos que ese proceso tendría sobre nuestra ya golpeada industria de transables podrían ser considerables. En consecuencia, creo necesaria la implementación previa de una serie de correctivos a nuestras políticas cambiarias y comerciales con el fin de corregir, aunque sea parcialmente, las profundas asimetrías que en materia comercial existen entre las dos economías, antes de avanzar decididamente en la integración conveniente y necesaria, para de esa forma obtener de ella el provecho esperado.
Imagen: Globovision.com