Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 7 de febrero de 2004
De la responsabilidad de las empresas de participar activamente en el desarrollo del capital humano que requiere cualquier nación y de las formas de hacerlo
El progreso de una sociedad no sólo depende del desarrollo de su estructura productiva, financiera, comercial e institucional, pilares fundamentales para el logro de un alto crecimiento económico sostenido, sino que también requiere de ingentes inversiones en capital humano y social, orientadas a mejorar la condición de vida de la población. En tal sentido, al Estado le toca jugar un papel clave en el desarrollo del capital humano, a través de la construcción de viviendas, de obras sanitarias, de infraestructura educativa y de salud, de vías de comunicación y de otra índole, todas ellas orientadas a elevar los grados de educación, salud y nutrición. Sin embargo, ante las limitaciones fiscales que padece el Estado, se hace imperativo que el resto de la sociedad se organice y actúe efectivamente, con el fin de complementar las acciones del sector público en las áreas sociales. En este sentido, el sector empresarial está llamado a jugar un papel fundamental.
En efecto, es mucho lo que las empresas pueden hacer para la formación del capital humano a través del desarrollo y mantenimiento de escuelas, centros ambulatorios, complejos deportivos, comedores populares y muchas otras obras de infraestructura. Igualmente, deben participar en programas de formación de capital social, que busquen elevar la calidad de vida a través de un mejor comportamiento cívico de la población y de una mayor cohesión y participación social y cultural.
Para que ello se logre es necesario, entre otras cosas, crear una serie de incentivos fiscales, financieros y de otra índole, orientados a estimular la acción social de la empresa; crear y fortalecer organizaciones a través de las cuales se pueda canalizar óptimamente aquella participación; y ampliar el espectro de actividades de las organizaciones gremiales y cámaras empresariales, incluyendo entre sus objetivos y misiones el fomento y la coordinación de las acciones sociales de sus afiliados. Un buen ejemplo de esto último es Alianza Social, una iniciativa de la Cámara Venezolano Americana de Comercio e Industria (VenAmCham), que en forma eficiente promueve, orienta y facilita la participación de las empresas en proyectos de inversión en capital humano y social.
Si bien se están haciendo esfuerzos en esta materia, aún falta mucho por hacer. Es necesario tomar conciencia de los grandes retos que tenemos por delante, y actuar decididamente.