Publicado en el diario “El Nacional” de Caracas. Lunes 23 de abril de 2012
Parecen increíbles los triunfos y reconocimientos que siguen conquistando nuestros jóvenes venezolanos en los centros musicales de mayor prestigio mundial. El último caso fue el de Miguel Ángel Cegarra, violonchelista de tan sólo 13 años de edad que recientemente ganó el primer premio del Concurso Nacional de Música de Francia, celebrado en la ciudad de Lempdes, uno de los concursos de mayor prestigio internacional. No sólo eso; a pesar de que en dicho certamen participaban artistas en las categorías de 13, 15 y 17 años, Miguel Ángel compitió en el grupo de 25 años, ya que su maestro, el profesor Phillipe Müller, director de la cátedra de violonchelo del Conservatorio Superior de Paris, le sugirió que participara en el grupo de los adultos, dados su alto nivel técnico y calidad interpretativa. Siguiendo los consejos de su maestro, así como del gran trompetista venezolano Francisco Flores, primer premio del concurso Maurice André y de muchas otras competiciones internacionales, Miguel Ángel se preparó concienzudamente, se presentó al concurso, y sin siquiera haber escuchado a los otros competidores, ni ver a los miembros del jurado, comenzó a tocar el difícil repertorio escogido. Su compenetración, pasión, emotividad y entrega total hicieron que su maravillosa interpretación conmovieran al jurado, el cual no dudó en otorgarle el primer premio. Pero, ¿de dónde salió ese prodigio?
Miguel Ángel es hijo de dos jóvenes profesionales venezolanos, Rafael Cegarra y Karla Monsalve, quienes se mudaron a París con su hijo menor para acompañar a Miguel Angel, quien además de los exigentes estudios musicales cursa el segundo año de bachillerato en esa ciudad. Su hermano Rafael, de ocho años, es trompetista y un gran aficionado a la cocina. Desde antes de nacer Miguel Ángel estuvo en estrecho contacto con la música, ya que su mamá durante su embarazo le tocaba el chelo al hijo por nacer. Karla, quien se había formado como chelista en su juventud con el profesor William Molina del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, le inculcó a sus hijos el amor por la música desde su nacimiento. Fue la primera profesora del futuro prodigio durante su infancia, ingresando éste al Sistema a los seis años de edad y estudiando hasta los once bajo la tutela del profesor Valmore Nieves, compañero de estudios de Karla, por lo que bien puede decirse que Miguel Ángel es “nieto” del maravilloso Sistema creado y dirigido por José Antonio Abreu. Ulteriormente se trasladó con su familia a Quebec después de ganar una beca para continuar sus estudios musicales, siendo allí donde lo escuchó el profesor Müller, — discípulo de Rostropovich y de André Navarra, y uno de los grandes intérpretes contemporáneos del chelo—, quien le ofreció a sus padres trasladarse a París para continuar la formación musical del niño bajo su tutela.
Entre las extraordinarias cualidades musicales de este joven compatriota se cuenta el hecho de ser poseedor de un oído absoluto, condición excepcional y muy poco frecuente entre los músicos, que le permite a quien la posee distinguir cualquier nota y tonalidad de una composición sin escuchar nota referencial alguna. Esto, según los entendidos, es una herramienta interpretativa de gran importancia, pues le da al ejecutante una gran memoria auditiva que le permite interpretar piezas no tocadas previamente sin necesidad de una partitura. Aparte de eso, Miguel Ángel es poseedor de una férrea disciplina y un enamorado de la música y de su instrumento, condiciones que lo han llevado a auto imponerse una rutina de estudio de cinco o más horas diarias. Con razón ha logrado a tan temprana edad reconocimientos tan importantes.
No en vano sueña este joven con llegar a ser el mejor violonchelista del mundo, no cabiéndome a mí la menor duda de que en los años por venir veremos su nombre entre los grandes intérpretes de ese noble instrumento. ¡En hora buena, Miguel Ángel; eres un orgullo nacional!