Autonomía de los bancos centrales

Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 18 de septiembre de 2004

 

Uno de los conceptos básicos que aprenden los estudiantes de economía desde el inicio de su formación profesional es la importancia de preservar la autonomía de los bancos centrales, y la prudencia y ponderación que deben observar quienes gerencian esas instituciones. Ello obedece a la excepcional capacidad que tienen esos entes de crear oferta monetaria primaria, y de influir y regular las actividades crediticias del sistema financiero, a los fines de asegurar que la cantidad de medios de pago en poder del público esté en sintonía con las necesidades racionales de la economía, y evitar dislocamientos monetarios que generan desequilibrios y distorsiones.

Para lograr esos objetivos, los bancos centrales tienen que ser independientes y tener la capacidad de negarse a actuar en línea con mandatos impuestos por otros poderes públicos, cuando, a juicio de la autoridad monetaria, esos lineamientos atentan contra la estabilidad y el sano desenvolvimiento económico. Si bien es necesario que estos organismos actúen de forma coordinada con los otros entes públicos que hacen política económica, esa interrelación en ningún momento debe ser de subordinación incondicional.

Si hay una región donde se ha violado esa norma básica en forma reiterada ha sido la América Latina. En el pasado, muchos países hermanos sufrieron severos procesos inflacionarios que tuvieron consecuencias devastadoras y depauperantes para sus pobladores, particularmente los de menores ingresos, siendo la pérdida de la autonomía y la subyugación de sus bancos centrales una de las causas básicas de esos males.

El financiamiento de déficit públicos recurrentes y crecientes a través de la compra irrestricta de obligaciones del Estado por parte de los bancos centrales, o mediante la transferencia al fisco de ingentes utilidades de los institutos emisores, creadas en forma ficticia a través de  subterfugios contables, fueron prácticas que en esos países llevaron a la creación de enormes cantidades de dinero base sin respaldo, que se tradujeron en crecimientos incontrolados de oferta monetaria y en presiones inflacionarias galopantes.

Ignorar esas desgracias y vivencias nos podría costar muy caro. Estudiemos la historia adversa padecida por muchos de nuestros vecinos, pues de lo contrario podríamos condenarnos a vivirla nosotros en carne propia y en un futuro bastante más cercano del que pensamos.

 

Imagen: Notitotal.com