Publicado en el diario «El Universal» de Caracas. Sábado 13 de mayo de 2006
Los múltiples acontecimientos de los últimos días en materia económica internacional me llevan a escribir nuevamente sobre el tema, dando continuidad a lo expresado en esta columna hace dos semanas. Me refiero a la firma del tratado entre Cuba, Venezuela y Bolivia en el marco de la tan cacareada, pero hasta ahora enigmática, ALBA, a la injerencia de Venezuela en el proceso de nacionalización de los hidrocarburos bolivianos y ulterior anuncio de elevación del precio del gas de ese país, y a nuestra inevitable salida del G3, que formamos con Colombia y México.
Con respecto al tratado con Cuba y Bolivia, Venezuela se comprometió con este último país a suministrarle los hidrocarburos que necesite, permitiéndole la cancelación de la totalidad de la factura con sus productos, a crear un fondo de 100 millones de dólares para el financiamiento de sus proyectos productivos, a donarle 30 millones de dólares, a regalarle asfalto para el mantenimiento y construcción de caminos, y a garantizarle, conjuntamente con Cuba, la compra de los productos de exportación bolivianos que pudieran quedar sin mercado por la aplicación de tratados de libre comercio (TLC) promovidos por EEUU o por Europa. Si bien esto pudiera justificarse desde el punto de vista humanitario o político, económicamente no tiene fundamento, pues ese tratado implicará altos costos para Venezuela a cambio de unos exiguos beneficios. Si esto es el ALBA, su proliferación con otras naciones en el futuro generará un balance muy negativo para nuestro país en términos económicos.
La injerencia de PDVSA en las recientes decisiones de Bolivia en materia energética, y otras acciones diplomáticas venezolanas en América del Sur, han creado un clima de tensión con Brasil, país que le ha reclamado a Chávez sus frecuentes interferencias, dejando claro, entre otras cosas, que es Venezuela la que tiene que adaptarse a Mercosur y no al contrario, como pretende nuestro presidente.
El rechazo al TLC con EEUU, la salida de la CAN y ahora del G3, y la nada clara incorporación a Mercosur, además de la posible proliferación de tratados dentro del esquema ALBA, refuerzan mi ya expresada convicción de que lejos de estar avanzando en el deseado y necesario proceso de integración económica, hacia donde vamos es a un aislamiento internacional, cuyas nefastas consecuencias las sentiremos plenamente después que pase la bonaza petrolera actual.
Imagen: AP vía Analitica.com