Algunas ideas sobre programas sociales

Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Viernes 4 de diciembre de 1998

 

Sin duda alguna el reto más importante y difícil que tendrá que afrontar el nuevo gobierno, y los que le sigan, es el abatimiento de la pobreza en la que se encuentra sumido el venezolano.  El logro de esa colosal tarea tomará tiempo y dependerá de múltiples facto­res, siendo quizá los más importantes la eliminación de la inflación, la creación permanente de abundantes oportunidades de empleo estable y bien remunerado, y la capacidad de la población activa de satisfacer las necesidades de empleo de un sector productivo diversifi­cado, pujante y en franca y sostenida expansión.

El montaje e implementación de las múltiples acciones, planes y reformas estructu­rales que se requieren para alcanzar esas metas básicas es complejo y tardío, por lo que se hace necesario poner en marcha una serie de planes sociales paralelos que busquen en lo inmediato el alivio y mejoramiento de la condición de vida del más desposeído.  A conti­nuación mencionamos algunas ideas sobre este último aspecto.

Créditos para la producción individual

El gobierno debe crear instituciones financieras orientadas al otorgamiento de cré­ditos personales o familiares destinados a la adquisición de instrumentos de trabajo como máquinas de coser, automóviles, cocinas, etc., que le permitan a los beneficiarios poder realizar labores productivas individuales bien remuneradas.   Esos préstamos deben tener unas condiciones muy favorables, tales como bajas tasas de interés, que incluso pueden ser fijas, plazos de pago apropiados, y períodos de gracia que se correspondan con el intervalo razonable de inicio de generación de ingresos de la inversión.  Igualmente, los prestatarios deben comprometerse a participar en cursos de formación, que los capacite para utilizar óptimamente el instrumento de trabajo que están adquiriendo, y a formar parte de coopera­tivas creadas con el fin de canalizar los productos o servicios producidos por los beneficia­rios hacia los mercados finales.

Estas cooperativas, después de analizar los mercados, determinarían los productos que pueden generar mayores beneficios para los productores individuales, estableciendo los estándares y características que éstos deben tener.  Igualmente, éstas adquirirían los insu­mos a ser utilizados y los suministrarían a los productores individuales, quienes entregarían los productos finales a la cooperativa para su ulterior promoción, distribución y venta.  El productor, además de recibir un pago por cada unidad producida y entregada, recibiría una participación de las utilidades que su cooperativa obtuviere en cada ejercicio, participación que a su vez dependería de las unidades aportadas durante un período dado.

Las cooperativas serían instituciones privadas, manejadas con un criterio empresa­rial, dependiendo los ingresos de sus gerentes de las utilidades obtenidas.  Estas serían su­pervisadas por un ente ad hoc, y sus afiliados tendrían la potestad de cambiar de coopera­tiva.  Los productores afiliados a estas organizaciones no necesariamente tendrían que ser personas naturales o unidades familiares, sino también microempresas o pequeñas agrupa­ciones de productores individuales.

Esquemas similares podrían aplicarse a programas para la adquisición de taxis o busetas para el transporte de pasajeros, o para la compra de vehículos de carga que presten servicios de transporte de mercancía a lo largo de la cadena de comercialización a empresas manufactureras o a centros de producción agrícola

Cooperativas para la construcción de viviendas

También debe fomentarse la creación de instituciones que otorguen créditos blandos a las familias de menores ingresos para la construcción de viviendas.  En este caso los prestatarios se agruparían en organizaciones cooperativas que, además de proveer asistencia técnica, coordinarían entre sus miembros la construcción de unidades de vivienda para cada familia con el esfuerzo de todos sus afiliados.  Las cooperativas organizarían a sus miem­bros en grupos de familias, capacitándolos en las técnicas de construcción, y vendiéndoles los materiales requeridos a los menores precios posibles.  Estas organizaciones supervisa­rían la construcción de las unidades de vivienda de cada grupo, las cuales serían asignadas por sorteo a las diferentes familias participantes.  Cada uno de los miembros del grupo se comprometería a colaborar en la construcción de todas las unidades de vivienda de su grupo durante un número de horas por semana, sin percibir por ello remuneración alguna.

De esta forma se aseguraría el acceso a unidades de vivienda confortables, de bajo costo y bien construidas, gracias al esfuerzo mancomunado de los grupos de vecinos y al financiamiento oportuno y favorable de una institución financiera creada con ese fin especí­fico.

Corolario

Con esto hemos querido aportar algunas ideas de fácil implantación, que pueden contribuir a mejorar la condición de vida de muchos venezolanos, no con dádivas o sub­venciones, sino con el propio esfuerzo de cada uno de ellos.  Estos programas, además de traducirse en mayores ingresos o en mejores condiciones de vida, dotaría a sus participantes de conocimientos y técnicas útiles, que les ayudaría a alcanzar en forma permanente una vida mejor y más productiva.

 

Imagen: Mprende.co.