Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Domingo 20 de febrero de 2005
Cuando recién iniciaba mis estudios de economía a comienzos de la década de los años 60 tuve la suerte de contar entre mis profesores a José Antonio Abreu, para entonces un brillante nuevo profesional que se iniciaba en la docencia de la Teoría Económica. No era esa, sin embargo, su única ocupación profesional; además de la música y de su actividad docente y de investigación en la Universidad Católica Andrés Bello, la política absorbía buena parte de su tiempo, pues era uno de los líderes del movimiento que promovía la candidatura de Arturo Uslar Pietri a la Presidencia de la República, ocupando luego una curul en la Cámara de Diputados del Congreso Nacional. Si bien se destacaba en toda esa diversidad de funciones, era obvio que su gran talento no se estaba utilizando en forma plena y eficiente. De allí que fuera comentario generalizado entre sus alumnos que el día que Abreu le dedicara todos sus esfuerzos a una actividad única, los resultados serían excepcionales.
Para buena fortuna de Venezuela, a mediados de los años 70 José Antonio decidió concentrarse en la música, no siguiendo una carrera tradicional de intérprete del piano, sino dedicándose a la docencia. Fue así como nació el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela que hoy es reconocido por lo más granado de la música mundial como uno de los fenómenos musicales de mayor relevancia a nivel global. En febrero de 1975, José Antonio Abreu reunió a un puñado de jóvenes músicos, gestándose así lo que después pasó a ser la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, la cual, con el pasar del tiempo se transformó en una agrupación madura y de alto rango, habiendo realizado grabaciones consideradas como de primer nivel internacional. Los discos compactos grabados con el fallecido maestro Eduardo Mata y con otros directores de gran prestigio, han contribuido a divulgar a nivel mundial obras de compositores latinoamericanos, y en especial de venezolanos, hasta hace poco prácticamente desconocidas fuera de nuestra región, pudiendo mencionarse entre éstas la Cantata Criolla de Antonio Esteves y la Suite Margariteña de Inocente Carreño.
A lo largo de estas últimas décadas, este extraordinario movimiento ha crecido en forma sostenida, al punto de que hoy, treinta años más tarde, reúne a más de 140.000 niños y jóvenes venezolanos, agrupados en más de doscientas orquestas sinfónicas a lo ancho y largo del país. Una granada selección de pequeños músicos formó hace unos años la Orquesta Nacional Infantil de Venezuela, la cual dejó maravillados a todos los que la escucharon durante sus múltiples giras internacionales, particularmente en Italia y Alemania, donde músicos pertenecientes a las más reputadas orquestas de ese continente no daban crédito a sus oídos, no dudando en catalogarla como una de las mejores del mundo en su género. Tal fue el impacto que causó esa agrupación, que la Orquesta Filarmónica de Berlín decidió apadrinarla, enviando regularmente a Venezuela a varios de sus maestros con el fin de dictar talleres de interpretación musical a nuestros jóvenes.
Del seno de ese impresionante movimiento musical han salido talentos que han sido reconocidos como excepcionales por personas y organizaciones de alto prestigio mundial. Como muestra de ello, basta mencionar a Edicson Ruiz y a Gustavo Dudamel, dos venezolanos que han alcanzado la cúspide a muy temprana edad. En efecto, Edicson Ruiz, después de ser descubierto por el famoso profesor alemán Klaus Stoll, fue invitado a participar en un concurso para escoger a un contrabajista que requería la Filarmónica de Berlín. Después de concursar con 50 consagrados maestros pertenecientes a las mejores orquestas europeas, Edicson ganó la plaza, transformándose a sus 17 años de edad en el integrante más joven que ha ingresado a esa prestigiosa agrupación en sus más de cien años de existencia. Gustavo Dudamel, por su parte, después de impresionar a múltiples directores de orquesta de primer rango mundial, logró ser seleccionado para participar en uno de los concursos internacionales para jóvenes directores de mayor prestigio mundial: el Gustav Mahler de Bamberg, en Alemania, ganando el primer premio. Eso ha hecho que Gustavo, a los 23 años de edad, ya haya sido invitado a dirigir orquestas de primer nivel, como la Philharmonia de Londres, la Sinfónica de Los Ángeles, la Sinfónica de Bamberg, la Staatskapelle de Dresden y la Gewandhaus de Leipzig.
Adicionalmente, directores de la talla de Claudio Abbado, Simon Rattle y del recordado Giuseppe Sinopoli, han venido a nuestro país a dirigir la Orquesta Nacional Infantil, que con el tiempo paso a ser la Juvenil de Venezuela, emitiendo los más altos elogios de la calidad interpretativa de nuestros muchachos, así como del movimiento que dirige Abreu, no vacilando en decir que Venezuela está a la vanguardia en materia de formación y promoción musical.
Para ellos, lo que aquí se ha hecho es una verdadera revolución digna de ser imitada en todos los países del orbe; y, de hecho, así ha sucedido. Ya no son sólo los países latinoamericanos los que, aupados por la UNESCO, la OEA, la CAF y otras organizaciones multinacionales, han desarrollado iniciativas similares, inspiradas en la experiencia de Venezuela y con el apoyo técnico del Sistema, sino que en lugares tan alejados como Australia se están realizando proyectos similares.
Un Proyecto Social
Los niños que participan en este formidable programa reciben, a través de su educación musical, un complemento invalorable en su formación, ya que la misma les inculca, además del amor al arte y a la estética, un sentido de disciplina, trabajo en equipo, compañerismo y, sobre todo, afianzamiento de la personalidad. Dado que la gran mayoría de los participantes provienen de los estratos menos favorecidos y más vulnerables de la población, es notable observar cómo la formación que reciben los ayuda a trazarse metas, a superarse y a sentir autoestima, alejándolos de las drogas, la delincuencia y la vagancia.
Estos niños se transforman en el orgullo y el ejemplo, no sólo de sus familias, sino de las comunidades a las que pertenecen, generándose un compromiso de apoyo incondicional por parte de padres, hermanos y amigos. Esto, sin duda, contribuye a mejorar la condición de vida de todo el entorno en el que cada miembro del programa se desenvuelve
Adicionalmente, el sistema incorpora a un elevado número de niños abandonados, formándolos para la vida y dándoles oportunidades de superación, a la vez que tiene programas de rehabilitación especialmente diseñados para ayudar a niños minusválidos a través de la músico-terapia.
Formando patria
Además de los extraordinarios resultados en materia artística, educativa y social, el Sistema Nacional de Orquesta Juveniles e Infantiles de Venezuela ha hecho una contribución invalorable a nuestro país, cual es la democratización o, mejor, la masificación y popularización de la música académica, siendo común ver en cualquier ciudad del país la respuesta contundente de la población a las presentaciones de las orquestas locales que forman parte del Sistema.
Al escuchar a estos niños y jóvenes venezolanos se concluye que nuestro país tiene un gran potencial. Allí se palpa la calidad de nación a la que podemos aspirar, y la contribución que podemos darle al mundo en áreas tan fundamentales como la música, la educación y la acción social. Con razón este maravilloso esfuerzo ha sido galardonado múltiples veces a nivel internacional, destacando entre estos reconocimientos el Premio Internacional de la Música de UNESCO (1993/1994), el Premio “Right Livelihood” 2001 de Suecia –también conocido como el “Premio Nóbel Alternativo”– y el Premio de la Paz por el Arte y la Cultura (2004) otorgado por la “World Cultural Open” de los Estados Unidos de América.
Vaya una palabra de agradecimiento y reconocimiento a José Antonio Abreu y a la pléyade de hombres y mujeres que lo acompañan en este extraordinario programa. A ellos les tenemos que estar infinitamente agradecidos todos los venezolanos, por la labor de patria que en forma tan desinteresada y desprendida han estado haciendo durante los últimos 30 años, y por haber logrado que nuestro país esté ubicado hoy en día en sitial de honor en el mundo internacional de la música.
Imagen: Albaciudad.org.