Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 30 de noviembre de 2002
El próximo año se caracterizará por la presencia de múltiples problemas económicos y sociales, que se sumarán a la turbulencia política que pudiéramos seguir viviendo. Así, tendremos una situación laboral muy crítica, caracterizada por elevadísimos problemas de desempleo y subempleo que afectarán, por lo menos, a dos de cada tres miembros de la fuerza laboral. La inflación, por su parte, se mantendrá en niveles elevados, ya que los aumentos de costos de producción continuarán siendo intensos y se materializará la inflación represada que hoy tenemos, a pesar del bajo dinamismo del consumo. En efecto, la concreción durante el año 2002 de una inflación a nivel de mayorista muy superior a la que se experimentó a nivel de consumidor, no significó otra cosa que una reducción de los márgenes de beneficio de los detallistas, quienes no pudieron transferir plenamente sus mayores costos a los precios finales de los productos que venden. Esto, obviamente, ejercerá presiones inflacionarias, ya que estos comerciantes tratarán de recuperar sus márgenes, a pesar de la debilidad que aún se seguirá observando en el consumo privado. Alto desempleo, combinado con una inflación elevada, se traducirá en el mantenimiento, o incluso en el agravamiento, de la pobreza, problema que ya ha alcanzado niveles realmente alarmantes, lo cual, a su vez, limitará el consumo de la población. Esto, combinado con la poca inversión privada debido al clima de incertidumbre prevaleciente, limitará las posibilidades de producción del sector no petrolero, la cual puede experimentar una nueva contracción, aun cuando no de las dimensiones del presente año.
Adicionalmente, seguiremos enfrentando una profunda crisis fiscal debido a limitaciones de ingresos, incrementos de gasto y alto servicio de la deuda pública, particularmente de la interna. No obstante, el canje de bonos de la deuda pública nacional por otros con un vencimiento más tardío pero con mayores retornos, ayudará a mitigar parcialmente el desequilibrio fiscal, aun cuando en forma temporal, ya que dicho canje implicará un incremento substancial a mediano plazo del servicio de la deuda interna.
Del lado positivo, se esperan resultados muy favorables en las transacciones externas corrientes, a pesar de los menores precios petroleros que se pudieran dar en el 2003. De hecho, deberían materializarse unos saldos comerciales y de cuenta corriente de la balanza de pagos ampliamente positivos, producidos, no sólo por las aún elevadas exportaciones petroleras, sino también por las menores importaciones, debido a la devaluación del bolívar, y a la aún deprimida actividad económica no petrolera de 2003. No obstante, si continúa el clima de incertidumbre y turbulencia política que hoy vivimos, las salidas de capital pudieran avivarse, haciendo que la cuenta capital vuelva a experimentar un saldo adverso de importancia, contrarrestando parcialmente el superávit de la cuenta corriente.
Imagen: Talkabouttowns.com.