Perspectivas inciertas

Publicado en el diario “El Universal” de Caracas. Sábado 3 de mayo de 2003

 

Si bien las predicciones económicas de varias organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el FMI y la OCDE, coinciden en que en el año 2004 habrá una recuperación en la mayoría de los países industrializados, la misma será modesta. Entre las razones que explican ese mejor desempeño está la creciente pro­ductividad que se sigue operando en algunas de estas economías, el incentivo a las exportaciones norteamericanas generado por la debilidad del dólar, y los menores precios petroleros esperados después de los acontecimientos de Irak.

Sin embargo, existen riesgos e incertidumbres en el horizonte que introducen dudas acerca de las posibilidades de recuperación de estas economías. Uno de estos facto­res adversos es la aún baja confianza de sus consumidores, factor que, de continuar, limitaría la demanda de bienes y servicios, y con ella la inversión y la actividad produc­tiva. Otro posible elemento adverso es la deflación, es decir, la contracción sostenida de los precios. Contrario a lo que inicialmente puede pensarse, un fenómeno como este genera recesión, ya que los consumidores postergan sus decisiones de compra, particu­larmente de bienes durables como inmuebles, automóviles y electrodomésticos, ante el convencimiento de que en un futuro esos productos costarán menos que hoy; ello, obvia­mente, limita el mercado y la producción. De hecho, ese ha sido uno de los factores más determinantes en el prolongado estancamiento de la economía japonesa, existiendo la posibilidad de que también se materialice en otras naciones.

Otro elemento limitante es el desequilibrio fiscal de varios países claves de Europa, como Alemania, Francia e Italia, y de los Estados Unidos, economía esta última donde no sólo existe un alto déficit fiscal, sino también un descomunal y creciente des­balance de la cuenta corriente de su balanza de pagos. El financiamiento de estos dos desequilibrios exige que ese país siga atrayendo ingentes capitales del resto del mundo, cosa que cada vez se le hará más difícil debido a la fortaleza del euro, que hará que los tenedores de fondos prefieran la moneda más fuerte en vez del ahora debilitado dólar.

Como se ve, las perspectivas son inciertas, no sólo para el mundo industrializado, sino también para el emergente, cuyas economías, a fin de cuentas, dependen de lo que pase en el mundo desarrollado.

 

Imagen: bancaynegocios.com